Tiempo de diálogo

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Son días de mucha conversación. Gentes de todo tipo, más o menos sorprendidos, me preguntan, sienten curiosidad y quieren información. Los periodistas, seres de una pasta inclasificable y con un papel fundamental en la sociedad democrática, se interesan y buscan razones. Y de las distintas entrevistas y encuentros que estoy ofreciendo, además de las preguntas más evidentes, hay una sobre la política municipal que se repite, que aparece cada vez, y que me parece muy relevante: ¿cómo es la convivencia en el equipo de gobierno?

Acostumbrados al ordeno y mando, al rodillo implacable que se ejerce desde la atalaya de la mayoría absoluta, un método de gobierno que requiere el acuerdo choca frontalmente en el imaginario mirobrigense sobre la aplicación del poder. Las elecciones municipales rompieron en pedazos la estructura política de los últimos lustros precisamente en lo más hondo: en la imposibilidad de que nadie gobierne en solitario o, dicho de otra forma, en la obligación de encontrarse a la hora de caminar.

La ciudadanía clamaba contra la mayoría absoluta y reclamaba un escenario en el que imperase la cultura del consenso, la negociación, la transacción y el acuerdo. Las consecuencias afectan a toda la configuración de un gobierno municipal. El gobierno no es monocolor y las distintas actuaciones, tanto las estratégicas como las del día a día, requieren de la aprobación de varias partes.

Hay quien observa como negativa esta forma de gobernar debido, probablemente, a la reminiscencia de una mayoría absoluta ejercida de forma absolutista, en la que la rendición de cuentas era mínima y el diálogo inexistente. Frente a eso, muchos percibimos grandes oportunidades para avanzar en los mecanismos democráticos, de dar participación a más gente, de implicar a la ciudadanía en la toma de decisiones, de abordar la pedagogía política. No es posible que exista diálogo entre el gobierno y el resto de la ciudadanía si el gobierno no está acostumbrado a la conversación y la negociación.

Naturalmente, las implicaciones son mucho mayores y más profundas, y afectan también a la manera de rendir cuentas y de evaluar, desde la ciudadanía, la labor de los representantes. Si las decisiones no son de una sola parte sino de varias, que un partido ponga en marcha su programa electoral en los términos expresados a la ciudadanía es materialmente imposible, puesto que la actuación definitiva será la resultante del consenso de los distintos puntos de vista. De la misma manera, si las decisiones son colectivas, las responsabilidades también lo son. La estrategia general, por poner un ejemplo, en una cuestión como el turismo, no dependerá solo de la delegada en la materia, sino que su definición y aplicación tendrá que ver, también, con ese proceso de permanente negociación. La política, complicada ya de por sí, se vuelve más compleja.

El gobierno municipal tendrá la estabilidad que las partes le ofrezcan, en función de la responsabilidad de los distintos partidos y de que todos seamos capaces de entender que debemos ser flexibles en los planteamientos para facilitar el acuerdo, sin que ello deba implicar renunciar a principios o cuestiones esenciales. Paso a paso.

Lo cierto es que esta forma de gobernar, en la que además queremos implicar a la mayor parte de ciudadanos y ciudadanas posibles a través de distintos mecanismos, requiere un gran esfuerzo y dedicación. Mi intención en esta etapa es que todas las miradas que tenga que lanzar fuera de Ciudad Rodrigo lo sean para conseguir mejorar la vida de los y las mirobrigenses. Siendo ésta la prioridad y siendo el tiempo un bien escaso, he preferido dedicarlo a la tarea que los ciudadanos y ciudadanas me han encomendado. Mi tiempo es para Ciudad Rodrigo, porque es tiempo de diálogo.

El VIII Centenario como oportunidad.

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El VIII Centenario de la USAL, que tendrá lugar en el año 2018, ha sido declarado como “proyecto de Estado”. Se trata de una celebración en la que se realizarán eventos de primer nivel, con participación de personas procedentes de todo el mundo y una gran cantidad de actividades culturales, educativas y académicas. Un evento con proyección internacional y cuyas actividades se desarrollarán, a buen seguro, en la ciudad de Salamanca, pero también en todas aquellas poblaciones que disponen de sedes de la USAL o una relación intensa con la misma, como pueden ser Béjar, Zamora o Ávila.

Teniendo en cuenta la importancia del proyecto, la cercanía con nuestro municipio, y el relativo retraso en los trabajos preparatorios (el Consejo de Ministros lo aprobó en 2008 pero hasta este lunes no se ha producido la primera reunión de la Comisión Interinstitucional), han motivado que hayamos promovido la participación de Ciudad Rodrigo en dicha celebración. Como todo el mundo sabe, el pasado martes acudimos a un encuentro con el Rector y uno de los Vicerrectores de la histórica Universidad.

Aclaremos los conceptos. El Ayuntamiento de Ciudad Rodrigo no hay ido a pedir, ni a exigir. Al contrario, la actitud ha sido la de ofrecer, la de poner a disposición de una Celebración de Estado todo el capital de nuestro municipio. Y cuando se dice todo, debe partirse de la base de que no solamente el Ayuntamiento tiene cuestiones que ofrecer. El Ayuntamiento puede coordinar esfuerzos y estructurar recursos, pero hay muchos otros actores sociales, culturales, institucionales y asociativos que pueden aportar al proyecto. Es por ello que durante estos dos meses, antes de solicitar esta reunión con las máximas autoridades de la Universidad, hemos estado conversando con todos ellos. Con AFECIR y ADECOCIR, FEVESA, el Obispado, la Fundación Ciudad Rodrigo, el Seminario “San Cayetano”, CIVITAS Animación Teatral, el Centro de Estudios Mirobrigense, el Centro Teológico Civitatense y con otras personas vinculadas a la USAL y que han venido realizando sus aportaciones a título particular: Salvador Sánchez Terán, José Ramón Cid, José Manuel de Luis Esteban. A todas estas organizaciones y personas particulares a las que deberán sumarse otras, es menester agradecerles sus consejos, aportaciones y conocimientos

Hemos intentado, espero que con éxito, que los representantes de la USAL tuvieran la idea de que el proceso es un “win-win”, en el que ambas partes ganan. Naturalmente, Ciudad Rodrigo dispondría de una oportunidad importantísima para darse a conocer, para proyectarse y para acoger actividades que mejorarían la oferta cultural, social y académica de los mirobrigenses y supondrían un atractivo turístico añadido durante este año. La Universidad, por su parte, mantendría un mayor contacto con la comarca, optimizaría su función social y tendría el apoyo de una parte muy relevante del tejido social.

Desde la responsabilidad tenemos la obligación de buscar el mejor encaje de Ciudad Rodrigo en cuantos proyectos generen oportunidades estratégicas para nuestro municipio en distintos ámbitos. Pero también la de no generar falsas expectativas. La receptividad de los representantes universitarios no quiere decir que haya nada cerrado, ni mucho menos. Este evento depende de la Universidad, pero también del Gobierno de España, la Junta de Castilla y León y el Ayuntamiento de Salamanca, entre otros. Incluso en el caso de que el VIII Centenario tuviera su reflejo en Miróbriga, no debemos pensar que es ninguna panacea, la lotería o algo parecido… simplemente una oportunidad, del conjunto de Ciudad Rodrigo, de sus empresarios, del tejido social y de la ciudadanía organizada dependerá que el municipio sepa aprovecharlo suficientemente. Una cosa está clara y es que, pase lo que pase, nadie podrá decir que Ciudad Rodrigo no lo ha intentado

Notas sobre participación ciudadana (II)

Confundir la participación ciudadana con un simple proceso de recepción de sugerencias o que ha de plantearse ineludiblemente en términos de consultas vinculantes es una forma de abordar el asunto muy recurrente, pero poco edificante.

Como decía en el anterior artículo de esta serie, los procesos de participación son mucho más que eso. En mi opinión, el avance hacia una democracia participativa, especialmente en los ámbitos municipales, los más propicios para su implantación, tiene dos objetivos. Por un lado, el del empoderamiento popular, fortalecer la soberanía de los ciudadanos y ciudadanas estableciendo cauces adecuados y reglados que favorezcan la toma de decisiones colectivas y la gestión adecuada de los servicios y recursos públicos. Por otro, la pura y dura pedagogía política, imprescindible para que lo anterior pueda ser efectivo, democrático y útil. Por ello, no se trata solamente de abrir un buzón de sugerencias o, en el otro extremo, de colocar urnas para cada decisión. Más que en acciones puntuales, deberíamos pensar en procesos.

Para que la ciudadanía se implique en la toma de decisiones y pueda debatir y decidir seriamente sobre los asuntos que le afectan (el tráfico, los impuestos, los recursos municipales, los servicios públicos…) es necesario garantizar una serie de mínimos democráticos. Cuestiones como poner a disposición de esos mismos ciudadanos y ciudadanas la información necesaria para que cualquiera pueda formarse una opinión al respecto de los asuntos, fomentar el libre y sereno debate público en espacios adecuados, garantizar mecanismos de rendición de cuentas, fomentar el asociacionismo y establecer cauces para que las entidades canalicen inquietudes y demandas desde la ciudadanía a las instituciones y viceversa y, naturalmente, promover una estrecha relación de confianza entre los responsables políticos y administrativos y el conjunto de la ciudadanía.

De ahí que la implantación de las iniciativas que tienen intensidad, como los presupuestos participativos, requiera mucho esfuerzo institucional y lentos pero eficientes procesos colectivos. Para que la participación de los ciudadanos y ciudadanas en la elaboración del presupuesto municipal o en la definición de las prioridades sea algo más que un mero trámite y se convierta en una mejora democrática y con utilidad a la hora de tomar decisiones, es necesario ir dando pasos previos.

Como primer punto, es necesario que los ciudadanos y ciudadanas conozcan la estructura de sus instituciones y las sientan como propias y cercanas, que puedan interactuar con ellas y recibir respuestas (las que sean) a sus solicitudes e inquietudes. La apertura de un turno de ruegos y preguntas en los plenos municipales va en esta dirección.

Por otro lado, es importante que exista un diálogo fluido, pero también reglado y sobre asuntos concretos con el conjunto del tejido social municipal. Las entidades sociales que existen, las asociaciones de vecinos, los clubs deportivos, las asociaciones culturales… deben disponer de un espacio para trasladar propuestas a la institución y ser consultadas. Dicho espacio, además, debe constituirse como lugar de diálogo no solamente entre la institución y las entidades, sino también entre las propias entidades, para utilizar esa riqueza en beneficio de buenas decisiones. Constituir consejos sectoriales o un consejo de municipio abunda en esta línea.

Además, los ciudadanos y ciudadanas deben disponer de cauces para plantear soluciones, alternativas y sugerencias a proyectos concretos, ayudando a los responsables políticos a tomar las mejores opciones. Procesos de consulta como el iniciado con el proyecto de cambio del tráfico en la avenida de salamanca busca ahondar en esta filosofía.

Queda mucho por andar, pero en materia de participación, el camino se hace al andar y la meta muchas veces es el propio paso, lento pero firme.

Limpieza de inmuebles, una decisión ponderada.

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Antes incluso de tomar posesión sabíamos que nos enfrentábamos a una gran cantidad de retos. A largo plazo, el de cambiar el rumbo del municipio, algo que habrá que valorar al final de la legislatura y cuya evaluación correrá por parte de los ciudadanos. A medio, coordinar actuaciones en distintas materias y a corto plazo resolver cuestiones urgentes de gestión diaria. Aunque intuíamos que podríamos encontrarnos con situaciones indeseadas, lo que no esperábamos era el desastre en materia presupuestaria (con diversas partidas importantes en déficit a mitad de año), la dejación de funciones en las fiestas de verano o la irresponsabilidad con la que se había gestionado (o no gestionado, por ser más claros) el servicio de limpieza de inmuebles. Un servicio cuyo contrato se había extinguido el pasado 28 de febrero, fecha desde la cual, y tras un concurso que quedó desierto, el equipo de gobierno decidió no actuar. Un servicio, según el informe de la empresa que accedió al concurso y que posteriormente desistió “con una plantilla sobredimensionada”. En definitiva, una situación que requería una decisión política que garantizase salir del atolladero en el que el anterior equipo de gobierno lo había metido. Por si fuera poco, la actual empresa concesionaria, entendiendo que tiene pérdidas, ha solicitado al Ayuntamiento un incremento del 6,5% en los 240.000€ que viene cobrando, algo que debemos comprobar, estudiar y decidir en las próximas semanas.

Hemos estado tres meses estudiando posibilidades, analizando los datos y marcando una hoja de ruta para garantizar que el servicio de limpieza de los colegios y edificios municipales se pueda continuar manteniendo y, ante todo, pueda conseguir un ahorro o como mínimo no aumentar su coste. Y hemos llegado a la conclusión, tal y como indicábamos en la campaña electoral y en la legislatura anterior, que este servicio en concreto puede gestionarse mejor desde lo público, de una forma más eficiente. Se trata de una apuesta desde una concepción que antepone los intereses del conjunto de la ciudadanía, que nos reclama los mejores servicios y una gestión eficiente y racional de los recursos públicos.  La evaluación de si efectivamente ha merecido la pena deberá tener en cuenta muchos factores (el gasto realizado, los centros que se han limpiado, la calidad…)y deberá realizarse cuando haya pasado el tiempo suficiente. Es nuestro compromiso y nuestra obligación rendir cuentas de ello cuando tengamos datos al respecto.

Naturalmente, para que el Ayuntamiento pueda gestionar directamente el servicio será necesaria la contratación de personal y para ello se están elaborando unas bases para la creación de una bolsa de empleo. Creemos que puede y debe ser un punto de arranque para cumplir otro de nuestros compromisos electorales: avanzar en la dirección de que los procesos de contratación municipales sean más objetivos, transparentes y bajo los criterios de mérito y capacidad. Ahora es la limpieza pero más adelante deben ser los servicios de obras, jardinería y otras actividades municipales.

Son varias ya las sentencias judiciales que han señalado que la subrogación del personal de empresas privadas que mantienen contratos con administraciones públicas es ilegal. En el acceso al empleo público, señalan los tribunales en los últimos años, deben imperar los principios de concurrencia, publicidad, mérito y capacidad, y el acceso a través de otros procedimientos podría considerarse una “puerta falsa”.

A la hora de tomar esta decisión hemos tenido en cuenta todos estos elementos, y no ha sido fácil. Somos plenamente conscientes de que toda decisión implica aspectos positivos y otros no tan favorables. La utopía no existe o, si lo hace, al menos no es tan aparente como pudiera parecer. Los responsables públicos tenemos el deber de poner en marcha las medidas que entendamos mejor para el interés general y, sinceramente, estamos convencidos de que en este caso así es. Si hemos acertado o es un error, el tiempo lo dirá.

Notas sobre la participación ciudadana (I)

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Dice Adela Cortina que uno de los grades retos de las sociedades contemporáneas es resolver la contradicción entre una ciudadanía preocupada casi exclusivamente por sus necesidades individuales y la necesidad democrática de que esos mismos ciudadanos construyan espacios colectivos.

Tras varias décadas de apatía galopante, el impacto de la crisis económica ha resquebrajado los anclajes sociales de colectivos que nunca habían visto amenazado su modo de vida. Desprendido el velo, cuestiones como la defensa de los servicios públicos, la necesidad de la ética política o la corresponsabilidad en las decisiones públicas han emergido de nuevo a la agenda, tras la revitalización del tejido social. La buena noticia es que muchos de los que antes contemplaban las demandas y reivindicaciones sociales desde su sillón, con desatención y distancia, se han sumado en diferentes esferas al debate público, o directamente a la acción. La otra cara de la moneda la vemos cuando las decisiones que afectan a los derechos de la gente se convierten en política espectáculo o sencillamente se realizan planteamientos tan simplistas que impiden una verdadera reconstrucción democrática.

Que España pase de ser un país que jalea a corruptos (recordemos las hordas ciudadanas abucheando a la policía en las detenciones del caso Malaya) a uno en el que crece el interés por las cuestiones políticas es una gran noticia, sin duda. Pero ese cambio de perspectiva ha dejado al descubierto un déficit institucional en materia de participación democrática. Apenas existen mecanismos, o los que hay están tan manidos y sesgados que no mantienen los mínimos exigibles para considerarlos como tales, salvo honrosas excepciones.

Sin duda, la participación y la corresponsabilidad en las decisiones ofrecen muchas ventajas y son aconsejables independientemente de la demanda ciudadana. En primer lugar, porque los poderes públicos, a todos los niveles, deberían fomentar que dicha necesidad existiese. Se trata de un principio de concepción de la democracia y de defensa de la misma: no abonar el interés por lo público conduce a situaciones indeseables. En segundo lugar, porque la participación implica cuestiones mucho más profundas que la toma de decisiones. Para que haya verdaderos procesos de debate colectivo ha de haber información y transparencia (no se puede decidir seriamente sobre algo que se desconoce), rendición de cuentas, evaluación permanente y confianza institucional.

El municipio, la ciudad, el pueblo, es, sin duda, el ámbito con mayores posibilidades. Se trata de la administración más cercana a los ciudadanos y donde los problemas y las realidades se palpan en lo cotidiano. Las más ambiciosas y mejores propuestas de participación se han ideado para ser aplicadas a nivel municipal. El presupuesto participativo de Porto Alegre nació como una “utopía irrealizable” y hoy es una realidad consolidada en miles de localidades de todo el mundo, donde la soberanía popular se desarrolla en una comunión entre políticos, técnicos y ciudadanos que elaboran, entre todos, las prioridades que debe afrontar su municipio.

En el fondo se trata de hacer pedagogía política. No sólo de compartir las decisiones, que es el último escalón, sino la identificación de los retos, el análisis de las problemáticas, la definición de las prioridades, el conocimiento de las contradicciones y el mayor condicionante de toda actuación pública: no se puede hacer todo, y por tanto hay que elegir.

Reducir la barrera entre representantes y representados es una tarea titánica, pero que el ámbito municipal, y en especial en lugares como Ciudad Rodrigo, puede llevarse a cabo. No es una labor de una legislatura sola, sino de un proyecto de ciudad donde todos y todas se sientan parte, conozcan la realidad y puedan tomar las decisiones. Las más sencillas y las más complejas.

18 años de teatro. 18 años de Feria

img_403983Conocí a Denis cuando yo era tan joven y él ya tan sabio que ni siquiera puedo acordarme. Debo reconocer que los inicios no fueron tan buenos en aquel taller de teatro en el que comenzábamos a bailar como mariposas, como si eso no fuera suficiente para un adolescente cargado de vergüenza y aterrado por las miradas ajenas. Entre la maraña de recuerdos huidizos hay bailes, sonrisas, máscaras, telas, telones, mucha música y el fragor de la batalla por robar una bestia de nombre irlandés impronunciable. La memoria es personal e intransferible y la Plaza de San Salvador quedó desde entonces grabada a fuego como escenario del descubrimiento, la danza y la mirada de un toro tras la que se escondían los grandes temas de la humanidad.

Denis narrador de fábulas, cómico ambulante o trágico sin rumbo, su periplo por el noble arte teatral ha dado muestras de brillantez y elegancia. No tengo la suerte de haber disfrutado tanto de él, pero aún tengo grabada en la retina una tarde mágica en el teatro León Felipe de Sequeros festejando el día mundial del teatro. Pudo ser en 2010 cuando quienes allí estábamos terminamos con el pelo erizado, la piel de gallina y abordados por un torrente de sensaciones. Rafter, el otrora espantapájaros, apareció en el escenario para meterse en la piel de Hamlet en su lengua materna y conseguir ante el público la sensación de que el tiempo se había parado.

Denis Rafter, amigo íntimo de la Feria de Teatro, será el encargado de hacer el discurso inaugural en su decimoctavo cumpleaños. La ciudad se engalana y Miróbriga se convierte en la ciudad del teatro, en el escaparate de las artes escénicas mientras la emoción y el color empapan cada esquina. Esta vetusta ciudad se convierte en icono de la cultura, punto de encuentro, próspera plaza iluminada por los deseos hechos realidad al ver el gentío alegre disfrutando, los niños jugando y la maquinaria engrasada de un proyecto que ha demostrado saber caminar. Cuando el martes se levante el telón todo terminará de empezar para el público entregado y empezará a terminar para quienes empujan durante todo el año para que esta fiesta sea posible.

Y entre tanto, falta Rosa. Ciudad Rodrigo no se entiende hoy sin la Feria de Teatro. Forma parte de su identidad, de sus secretos y de la vida de los mirobrigenses. Y la Feria de Teatro no se entiende sin Rosa García Cano. Todavía mantiene la huella, el aliento y la delicadeza de su alma máter, la que supo imprimir el carácter para que hoy podamos decir que nos encontramos ante el mayor evento cultural que ocurre en Ciudad Rodrigo.

Rosa García Cano tuvo su merecido homenaje cuando la Corporación decidió otorgarle la medalla de la ciudad. Su aportación al desarrollo social, cultural, educativo y económico de nuestro municipio y de esta tierra la hace un personaje esencial para comprender qué es y qué puede ser Ciudad Rodrigo en pleno siglo XXI. A partir de mañana, el Teatro Nuevo Fernando Arrabal, una de las sedes principales del gran escenario en que se convierte Miróbriga, albergará una placa en su recuerdo, coincidiendo con la mayoría de edad del proyecto que ha dejado marcadas las vidas de varias generaciones de mirobrigenses.

El martes comienza la XVIII Feria de Teatro de Castilla y León, casi nada. 18 años supone que hay al menos dos generaciones que no entienden Ciudad Rodrigo sin este evento. Y yo formo parte de una ellas. La tarea que las distintas instituciones, los organizadores y el conjunto del tejido municipal tenemos por delante es garantizar su continuidad y trabajar para que las próximas generaciones puedan seguir diciendo que Ciudad Rodrigo, su ciudad, es la ciudad del teatro.

Martes Chico: crónica de un salto al vacío

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Durante esos días la segunda planta del Ayuntamiento parecía un torbellino. Se habían sucedido reuniones de todo tipo con técnicos, trabajadores municipales, empresas adjudicatarias y grupos políticos. No habían pasado tres semanas desde la investidura y la cantidad de expedientes sobre las mesas de los concejales hacía que las jornadas volasen. Vivimos a una velocidad de vértigo. Con todo ello, cuando el Alcalde nos comunicó su decisión de cambiar el Martes Mayor tal y como había anunciado en la campaña y en las conversaciones para formar gobierno; apenas le dimos importancia. Comienzó a llover.

La respuesta no se hizo esperar y algunos argumentos razonables (cometimos el error de no consensuar la decisión) se entrelazaron con intereses partidarios, temores y esa amarga sensación, falsa pero amarga, de que el gobierno estaba dando palos de ciego. Cuando a todo este mejunje se le suma la noticia de que habrá, no uno, sino dos Martes, uno grande y uno chico… llega la tempestad.

Gobernar no es solamente gestionar lo existente. En ocasiones es saltar al vacío, y esa fue la decisión que tuvimos que tomar en el despacho de la Alcaldía el 3 de Julio, viernes, en una hora que debía rondar las dos de la tarde. Tras la inauguración de una exposición en la Casa de la Cultura, convoqué de urgencia al grupo municipal de IU. Teníamos muy poco tiempo para tomar la decisión pero en esa reunión, de apenas 10 minutos, descubrí de nuevo la importancia de formar parte de una organización con programa y que ha reflexionado mucho sobre nuestra ciudad.

La voracidad de la oposición  era palpable, el chismorreo general asfixiante y la presión social y mediática crecía cada hora que pasaba: Ciudad Rodrigo no entendía lo que estaba ocurriendo. Dudábamos entre pedir al Alcalde que diera marcha atrás y esperase un año o dar nuestro apoyo a dos martes en el mismo espacio y, en aquel momento, con una parte muy importante de la ciudad en contra. Fue Manuel Choya quien me recordó que, varios años atrás, en una de nuestras asambleas se discutió la necesidad de descentralizar la actividad cultural y de impulso comercial y que a la hora de afrontar esta medida debíamos tener en cuenta a los barrios. Que habíamos teorizado, y teníamos escrito en uno de nuestros programas, la celebración de este tipo de eventos en La Glorieta. La tercera vía era abrir nuevas ilusiones, proponerle a un barrio entero la celebración de este Martes Chico como antesala de un gran Martes Mayor.

Salí de la reunión con mi grupo llevando una propuesta bajo el brazo, crucé el diminuto pasillo que enlaza el despacho del Teniente Alcalde con la Alcaldía y en apenas 5 minutos había un acuerdo. En menos de una hora habíamos convocado al Jefe de la Polícia Local para diseñar los cortes de tráfico, al servicio de obras para trazar el plano y calcular las posibilidades y a la trabajadora encargada para diseñar toda la estrategia, el cartel y las convocatorias.

El lunes a primera hora hubo Junta de Portavoces. El Partido Popular, como había anunciado, se posicionaba completamente en contra. Minutos después ofrecimos una rueda de prensa explicando el proyecto y acto seguido estábamos convocando a los comerciantes de la zona para trazar la necesaria alianza. Acudieron más de cuarenta y el ambiente era puramente constructivo. Tras la tempestad, llegó la calma. Y con la calma, la expectación.

El resto de la historia es perfectamente conocida. El éxito ha sido abrumador, indiscutible y ha supuesto la antesala de un Martes Mayor que ya ha sido noticia a nivel regional.

Gobernar es también resignificar los espacios, marcar otras prioridades y ser capaces de tejer nuevos horizontes. Como digo, en este trayecto se han cometido errores, algunos de ellos graves, pero como gobierno y como municipio hemos aprendido mucho. Y ya forma parte del balance.

  • Artículo publicado en El Norte de Castilla, edición Salamanca, el 9 de Agosto de 2015.
  • Fotografía de La Gaceta de Salamanca.

Una escuela para los derechos

Bajar el precio de un determinado servicio es una medida con muy buena acogida entre la ciudadanía, por lo general. Pero no se trata de aprovecharse (electoralistamente) de ello, sino de buscar una justificación y un relato a la acción de gobierno para que el resto de decisiones formen parte de la misma sinfonía. No es demagogia, es tener clara una postura política. Un planteamiento que no tiene un carácter puntual, sino que profundiza en un determinado modelo de convivencia dando coherencia a las diferentes actuaciones.

La reforma de los precios públicos de la Escuela Infantil por la que hemos apostado debe entenderse como parte de esa proyección de municipio que tenemos en la cabeza. Uno en el que los derechos de los ciudadanos y ciudadanas son la piedra de toque de todo el armazón que se va construyendo, poco a poco, resolviendo innumerables conflictos y contradicciones, pero siempre con la meta a la vista, aunque la ruta pueda sufrir modificaciones importantes por los inconvenientes de la orografía.

Como en la mayor parte de las ocasiones no se trata exclusivamente de la oportunidad, sino de un debate político que se resuelve cuando se contestan determinadas preguntas. Si el servicio público “Escuela Infantil José Manuel Hidalgo” de Ciudad Rodrigo tiene como objetivo facilitar la conciliación de la vida laboral y familiar, la forma de articularla será una. Si, por el contrario, este mismo servicio público consideramos que tiene como objetivo facilitar a los niños y niñas un espacio de socialización y educación temprana, la implicación municipal debe ser otra muy distinta.

Ni siquiera son dos posturas absolutamente enfrentadas como si de “tipos ideales” se tratase. En absoluto, eso solo ocurre en la política ficción. La política real, la del día a día, debe enfrentarse a innumerables matices, entuertos y recovecos. En realidad, la Escuela Infantil cumple ambos propósitos, pero la tarea del responsable político es saber a cuál de los dos dar más protagonismo, cuál de ellos procurar garantizar.

El Partido Popular defendió con ahínco, claridad (en eso no podemos negar la máxima transparencia) y de forma reiterada que su prioridad era la conciliación de la vida laboral y familiar. Era una postura legítima y las distintas decisiones que se tomaron fueron perfectamente coherentes visto el punto de partida.

Frente a ese planteamiento político, fundamentalmente político, confrontaba el de quienes defendimos desde el inicio que, en la filosofía que impregna todas las actuaciones, debía primar el derecho de los niños y el componente educativo. Por eso desde un primer momento señalamos que la solución ideal, la mejor de todas, es la modificación de la Ley de Educación para integrar este servicio como uno de los que las administraciones públicas deben ofrecer y promover. Y, derivado de lo anterior, debería existir un compromiso de que la red de escuelas infantiles públicas de la Junta de Castilla y León llegase a todos los rincones. No dándose ninguna de estas dos situaciones, que no están en manos del equipo de gobierno de Ciudad Rodrigo, considerábamos que el Ayuntamiento debía avanzar hacia un sistema de precios que facilitase que nadie se quede fuera por motivos económicos.

Por eso, a la hora de hacer la propuesta de modificación hemos actuado desde la absoluta convicción de que los niños y niñas de Ciudad Rodrigo no son sólo “hijos de alguien”. Más al contrario, creemos que son también ciudadanos y ciudadanas con derechos que los poderes públicos deben garantizar todo lo posible, y con deberes que ya serán exigibles en el futuro. Y es este matiz, el de entender que el servicio está vinculado a los niños y niñas (es su derecho, en el marco de su educación y su desarrollo personal) y no como un derecho de los padres a conciliar la vida laboral y familiar, el que hace que la estructura de precios sea una y no otra. Sabemos que queda mucho por andar, pero ya tenemos claro el camino a recorrer.

  • Artículo publicado el 26 de Julio en El Norte de Castilla, edición Salamanca.

Expedición a lo desconocido

Pasear por veredas desconocidas tiene lo mismo de peligroso que de edificante. El paraje cartografiado es cómodo para el disfrute cotidiano, pero apenas alimenta el alma. Retirar maleza, no encontrar el horizonte y adentrarse hacia terrenos inexplorados no garantiza un viaje placentero, ni siquiera éxito, pero únicamente asumiendo ese riesgo se dibujan nuevos caminos.

Hace ya unos cuantos años, nada menos que siete, un variopinto grupo de jóvenes decidimos coger el testigo de un proyecto político. Eran tiempos duros, pero debo reconocer que el sol comenzaba a salir.

Hoy lo imposible adquiere trazas de realidad y la fantasía se convierte en una irrepetible oportunidad de cambio. Pero en ningún caso podemos olvidar que estamos aquí, en parte, gracias al esfuerzo, el tesón y el aguante de gentes que nunca dejaron apagar la llama de los valores que nos guían. Su aportación es nuestra brújula y su mirada la mejor garantía de mantener los pies donde siempre deben estar: en la tierra.

Dijimos que las elecciones eran únicamente el primer paso y ahora nos ocupa la tarea más importante: cambiar nuestro municipio. Apostamos por un pacto de gobierno complejo, plural, en ocasiones contradictorio y que probablemente nos genere muchos dolores de cabeza, pero no se puede estar en política para vivir cómodo en la oposición.

Hace un mes comenzó un tiempo nuevo para Cuidad Rodrigo y, con ello, un reto de grandes proporciones para la candidatura que encabecé. Es nuestra particular expedición a lo desconocido. Somos conscientes de que hay muchos ojos mirando, grandes esperanzas depositadas en nosotros y un gran número personas pendientes de lo que hagamos. No podemos prometer hacer milagros, porque no es esa nuestra especialidad. Podemos prometer, sencillamente, que nos vamos a dejar la piel en hacer todo lo posible para que Ciudad Rodrigo sea un lugar mejor.

En momentos como éste, las certezas son tan débiles como la hoja recién caída del árbol en otoño. Aparentemente entera, puede resquebrajarse entre los dedos con la mínima presión. Son tiempos de tener la cabeza fría y saber que gobernar no es fácil. Vamos a requerir grandes dosis de paciencia, diálogo, conversación, comprensión y acuerdo en muchos frentes, ingredientes que habían quedado en la despensa durante tantos años de mayoría absoluta.

Atinaremos, creo, si somos capaces de conseguir que nuestro tránsito no sea en solitario. En Ciudad Rodrigo hay personas y colectivos con grandes ideas, muchas de las cuales se pueden poner en marcha. Hay una ciudadanía que debe también corresponsabilizarse de las decisiones relevantes que adoptamos en el Ayuntamiento. Por eso  es tan importante abrir la institución, establecer canales estables de participación y garantizar que los aciertos sean del conjunto del municipio.

El reto de esta legislatura no es pensar en quimeras ni en resolver todos y cada uno de los problemas de la ciudadanía. La magia tampoco es nuestro fuerte. El verdadero desafío es hacer de Ciudad Rodrigo sencillamente un lugar un poco más habitable y amable y cuyo consistorio esté a disposición de todos y todas. Pero también donde el conjunto tenga la información suficiente para conocer los límites reales. Nos hará falta pedagogía.

Sabemos que lo más complejo comienza ahora, que nos tocará tomar decisiones de explicación sencilla y medidas que no convencerán a mucha gente. Cometeremos muchos errores, porque solo se equivoca el que arriesga. Pero estaremos satisfechos si al finalizar el mandato podemos mirar atrás, hacer balance y decir: mereció la pena

  • Artículo publicado en El Norte de Castilla, edición Salamanca, el 11 de Julio de 2015

Cosas de agenda: un nuevo Reglamento Orgánico para un nuevo Ayuntamiento.

Todavía no han pasado 15 días y ya parece una eternidad. En un Ayuntamiento con pocos recursos a un responsable político le toca hacer un poco de todo. Incluso visitar una grada (literal) para ver su estado y decidir (o intentarlo) si hay que trasladarla o no.

Seguimos en el aterrizaje (debo reconocer que ya no estamos en fase de «forzoso») y apenas he tenido tiempo de algo muy relevante: parar, mirar, pensar.

La gestión de estos cuatro años tendrá que ver con planificar e implementar políticas que le cambien la cara a Ciudad Rodrigo. Eso es mucho más que elaborar un programa electoral y que tener buenas intenciones. Requiere coger el programa, confrontarlo con la realidad, planificar y gestionar cómo se implementan esas medidas. Necesariamente, pararse a pensar y a escribir. Y ciertamente, con una media de 6 reuniones diarias y este calor, la tarea es algo compleja.

En el medio está el día a día, que no se puede abandonar. Hay que gestionar pequeñas cosas fáciles, y pequeñas cosas complejas. Especialmente hay que hacer muchas preguntas. Llevo 10 días haciendo las preguntas más insospechadas. Desde cuánto vale rematar un bordillo hasta cuántos contadores de la luz tiene Ciudad Rodrigo. Hoy he sabido que son 148 entre centros de alumbrado público, espacios públicos y otros servicios. En estas andamos, poniéndonos al día y tomando decisiones que, naturalmente, no se ven.

El día a día no se puede abandonar, pero tampoco te puede «secuestrar» ni puedes dejarte sumergir en el frenesí de la inercia. Hay que parar, leer, pensar, estudiar, soñar y escribir los deseos para diseñar proyectos de futuro.

En materia de participación democrática y buen gobierno queda todo por hacer. Se trata de una tarea apasionante, en la que debemos construir incluso los cimientos. Uno de los asuntos que deseo impulsar en las próximas semanas es el debate de un nuevo Reglamento Orgánico Municipal (ROM). Son los cimientos. Sin eso no podemos abordar los procesos de participación democrática de una forma razonable.

Seguramente la mayor parte de los ciudadanos y ciudadanas no tengan idea de qué es un ROM, para qué sirve y ni siquiera valorarán si es o no importante para el funcionamiento del Ayuntamiento. Se trata de las normas de funcionamiento político del Ayuntamiento y es, por tanto, un documento de mucha relevancia. El actual data de los pretéritos tiempos de 1985 y es incluso anterior a la Ley de Bases del Régimen Local. El resultado es que a día de hoy apenas se utiliza y para muchos asuntos la gestión del Ayuntamiento depende de normas nacionales que no afrontan la realidad de nuestro municipio.

Sin ROM es muy complicado poner en marcha medidas como constituir espacios de debate ciudadano (foros o consejos sectoriales) con carácter oficial, regular la participación de la ciudadanía en los plenos ordinarios o sencillamente apostar por la elaboración de un nuevo Reglamento de Participación Ciudadana o un conjunto de buenas prácticas.

Por tanto, durante los próximos meses oirás hablar del Reglamento Orgánico, de cómo funciona el pleno, de qué derechos tienen los grupos municipales, de cómo se estructuran las comisiones informativas, de los posibles consejos sectoriales. Sonará raro, sonará inútil o «cosas de políticos». Pero son los cimientos de algo mucho más ambicioso. No se puede comenzar la casa por el tejado.