Contra la población civil

Más de 270 muertos y cerca de 1000 heridos, la mayor parte civiles en un ataque coordinado de la aviación. Estos 270 muertos tenían nombre y apellidos, familia, casa, un trabajo, amigos, conocidos, gustos, aficiones, sueños y, seguramente, alguna fobia que otra. Las personas sobre las que una potencia militar lanza toda su ofensiva asesina son como cualquiera de nosotros, de carne y hueso y con sus relaciones sociales, un entorno en el que vivir y unas expectativas propias que llevar a cabo.

Aunque, evidentemente, hay diferencias. Ellos viven en un territorio donde un país entero decidió entrar por la fuerza llevando a cabo una ofensiva militar contra todos los países que le rodeaban durante seis fatídicos días donde hubo muerte y destrucción por doquier. Tras esta invasión devolvieron algunos territorios pero otros los consideraron como propios y a las personas que allí vivían como invasores. Construyeron sus propias casas destruyendo las de aquellos que allí habitaban para ello. Escupieron sobre los derechos de toda esa gente indefensa mientras recibían los aplausos y el apoyo de la Comunidad Internacional, especialmente del mundo Occidental que debió ver en este tipo de prácticas la panacea de la política internacional.

Cuando se dieron cuenta de que esas personas a las que expulsaban de sus casas mediante el asesinato comenzaban a tomar represalias se puso en marcha toda la maquinaria. Desde entonces a los ataques de unos se les llamaría «asesinato selectivo» aunque estuvieran dirigidos contra Universidades y Hospitales mientras que a los ataques de los otros se les llamaría «terrorismo extremista».  Cuando hubiera un muerto en el lado de los poderosos la prensa se encargaría de dejar bien claro su nombre, la familia que dejaba y su carácter civil. Cuando hubiera un muerto en el otro lado  se hablaría de «baja» y siempre quedaría clara (o no) su vinculación con los movimientos terroristas, aunque en ese momento fuese a buscar el pan.

Y como la propia lógica asesina les impone, en un tercer momento decidieron que no bastaba con lanzar ofensivas militares sino que debían destruir todo ser viviente en el interior con una técnica tan antigua como la guerra misma: el sitio y la escasez de víveres. Construyeron un muro para que nadie pudiese salir de allí, pusieron en marcha «Checkpoints» para vigilar cada uno de sus movimientos y cortaron de raíz la entrada de suministros. «O se rinden, o se mueren de hambre».  Una población atrapada, alrededor de un millón y medio de personas hacinadas.

Esta es la estrategia que un país que ha decidido tomarse  por su propia cuenta todo el derecho internacional, tal y como hiciera EEUU en tantas ocasiones (casualidad que sean aliados). Este es el camino que pretenden seguir para llegar a una supuesta pacificación que, en su lenguaje, sólo esconde la intención de que los Palestinos se replieguen a sus órdenes y no reclamen aquellos territorios que son suyos y el cumplimiento de los dictámenes de la ONU. En su desquiciado orden de las cosas, la violencia se soluciona con violencia y exterminar a la población civil es autodefensa…

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